
Vivimos en medio de un bombardeo de contenidos
Mientras escribo, ahí fuera se están publicado millones de artículos en blogs, mensajes en Instagram, tweets, videos de YouTube, podcasts, comentarios en grupos de Facebook, LinkedIn, tableros en Pinterest…
Por no hablar de la publicidad constante y omnipresente, que se nos cuela hasta en la sopa.
Hay una evidente sobreabundancia de información. O desinformación. Porque, ¿quién comprueba la veracidad de todo lo que está al alcance?
¿Quién quiere (y puede) seguir ese ritmo?
Intentar hacerlo solo produce desasosiego e impotencia. Resulta abrumador y enfermizo. Pretender abarcarlo todo solo nos genera ruido mental.
Claro que todo esto no es casual, en realidad está muy bien pensado. Es una especie de adicción planificada.
Es difícil encontrar buena información en medio de tanto contenido.
El alto riesgo de infoxicación (término popularizado en 1970 por Alvin Toffler) hace que vivamos saturados, nos bloquea y nos provoca frustración.
La sobrecarga de información (también denominada infobesidad o infopolución) dificulta tomar decisiones de manera efectiva. Digamos que la cantidad de información que entra en nuestro cerebro excede nuestra capacidad de procesamiento. Accedemos a mucha más información de la que podemos leer, asimilar y utilizar.
Uno de los primeros científicos en alertar sobre los efectos negativos de la sobrecarga de información fue el sociólogo Georg Simmel (1858-1918), según el cual el cansancio de los habitantes de las ciudades modernas, por la sobrecarga de sensaciones, interfería en su capacidad para reaccionar ante nuevas situaciones.
Alvin Toffler envió una advertencia similar. En su libro El shock del futuro afirmaba que el cerebro humano tiene límites finitos sobre la cantidad de información que puede absorber y procesar. Si excedemos esos límites, nuestro cerebro se sobrecarga y tendrá dificultad para comprender un problema y tomar decisiones de calidad.
Ya lo cantaba Police en 1981: demasiada información en el cerebro que me está volviendo loco.
Too much information running through my brain,
(Album Ghost In The Machine, 1981)
too much information driving me insane
Tener acceso a tanta información, casi de forma instantánea, sin conocer la validez del contenido provoca ansiedad y un alto riesgo de desinformación.
Incluso los periodistas, en la carrera por dar la última primicia, utilizan internet para realizar sus investigaciones, obtener información, o actualizar noticias. Esto convierte a los medios de comunicación en el «teléfono escacharrado» y hace que la calidad de la información que nos aportan sea hoy realmente pésima.
Diderot afirmaba ya en su Enciclopedia, en 1772, que llegaría un momento en que sería casi imposible aprender cualquier cosa, ya que cualquier fragmento de la verdad quedaría escondido entre una inmensidad de información recopilada. Advertía que la sobrecarga de información irónicamente provocaría desinformación y, que conseguir la verdad sería una ardua tarea en la que emplear mucho tiempo y esfuerzo.
Habrás pensado mil veces, «oye, ¿no vivimos en la era de la información?, ¿cómo es posible que no encuetre el dato X?»
Buena pregunta.
En realidad, vivimos en la era de la información, no porque tengamos todo al alcance, sino porque existe un mercado de información. Algunos incluso lo llaman guerra de información. En realidad, es una carrera en la que se compite, no por ofrecer la mejor información, sino por atraer la mayor atención.
Antiguamente muy poca gente escribía libros. Hoy cualquiera puede hacerlo. ¿Por qué? Porque tenemos al alcance la posiblidad de brindar información casi donde queramos. Entonces, la pregunta que realmente importa ahora es, ¿quién va a acceder a este contenido?
Dicen que hoy en día, si quieres vender un libro, debes dedicar el 80% de energía y tiempo a venderlo. O sea, a pensar en la estrategia de venta, marketing de contenido, posicionamiento, etc.
Seguro que alguna vez habrás comprado un libro, inspirado por una portada maravillosa o una reseña magnífica, y el contenido de la obra te ha parecido casi una estafa.
Antes los editores se ocupaban de filtrar el contenido que se ponía en el mercado. Hoy el editor puedes ser tú mismo: el autor se lo guisa, el autor se lo come.
Está claro que esto no podemos remediarlo. Pero si quieremos vivir un poco más tranquilos y sentirnos más satisfechos con la información que consumimos, podemos empezar por hacer algunas cosas sencillas.
Filtrar la información
La curación de contenido es el arte de buscar, filtrar y organizar contenido relevante sobre un tema, para compartirlo analizado (comentado) con una audiencia específica, de forma que agregue valor a sus vidas y les ahorre tiempo.
Yo lo llamo destilar información. Extraer la esencia, como si de una planta se tratara.
Leer información destilada ahorra tiempo, aporta información de calidad y favorece que los lectores tengan conexión con personas significativas.
Simple y lento quiere contribuir a este gran reto.
¿Te apuntas?
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¡Hasta pronto!
4 comentarios
Me ha encantado. Totalmente de acuerdo 🙌🏼✨ saludos desde Tijuana México!!
¡Me alegro, Belén! Muchas gracias por el feedback ❤️
Un abrazo desde Galicia a México 🙌
Excellent article. I definitely appreciate this site. Continue the good work!
Thank you very much! Have a nice day 🙂